Madrugada de un domingo cualquiera...
Un autor desolado, sin aparente idea alguna de qué plasmar en el papel, pero se le ocurrió que justamente esa podía ser una buena oportunidad para que algo surgiera.
Aureliano Buendía le gustaba que lo llamasen, pues intentaba e intentaba, luchaba y luchaba contra su gran Leviatán, pero nunca conseguía derrotarlo.
Soñaba con algún día ser enaltecido por sus desinteresadas y magnificentes obras y contribuciones en cualquier campo, pero nunca salía de la mediocridad.
En el afán de realizar mil cosas por las que fuese sobresaliente para la sociedad, dejaba en el camino mil y una a medias.
Sabía un poco de todo y a la misma vez nada.
¿Si le preguntabas qué sabía hacer? Le costaba mucho empezar, pero, casi como una bendición divina, empezaba a mencionar "valiosos" aportes que podría brindar a cualquier contexto o situación. Sin darse cuenta que realmente enunciaba los oficios de muchas otras personas, sin siquiera ilustrar lo que era realmente cercano a él.
Obligado, por su propia negligencia, a abandonar sus sueños, los reales, los que encienden el corazón y te erizan la piel. Fue tomando otros caminos y, convenciéndose o autoengañándose de que para esos otros caminos había nacido. "Estoy aquí para contribuir al mundo desde estas nuevas posiciones".
"Solamente se puede cambiar el sistema estando dentro de él" decía. Sin darse cuenta que estaba yendo tan dentro de éste, que ya no podía separarse de él. Ya su criterio no se erigía, sino que orbitaba en concordancia con las fuerzas del propio sistema. Ya no se podía salir de él, solo quedaban vagos pensamientos que servían de escape y autoilusión para creer que continuaba en su búsqueda antisistémica.
Así es, ¿no? -me salgo de mi papel de narrador- Este sistema actual nos domina tanto, que hasta propicia espacios "espejismicos" (si se me permite usar el término) para hacernos creer que podamos luchar contra este y oponernos a su fuerza arrasadora. Incluso, monetiza esos esfuerzos convirtiéndolos en himno de comunidades y haciéndolos mercancías intercambiables. Por ejemplo, ¿Quién no ha tenido o ha visto un botón o membrete del "Che Guevara"? ¿Es este la revolución? No lo creo. No estaban tan equivocados los postulados sociológicos de la escuela de Frankfurt. Pero esos ya son otros temas. !Fin de los comentarios de Autor!
El famoso personaje del que venimos hablando gastó más de cinco años de su vida formándose para, supuestamente, hacer las cosas de manera diferente. Pero terminó enfilándose en las mismas cofradías que todo el mundo. Siendo manipulado por las corrientes comerciales y siendo sometido por las obligaciones monetarias de la fracasada sociedad salarial. Que aún, siendo fracasada, continúa consolidada como el paradigma fundante en nuestras sociedades.
Se juró a sí mismo y a un poeta que se hace pasar por cantautor, que jamás su vida llegaría a ser consumida por los dotes casi demoniácos del capitalismo y la burocracia. Pero, en su momento, rogó porque estos lo consumieran, a cambio de sus sueños y unos cuantos redobles de oro.
Hoy: viejo y degradado, fracasado e infeliz. Sin sueños ni dinero, únicamente resignación para recibir la caridad del mundo. Esa misma caridad que juró durante su niñéz, mientras sus lágrimas caían en una empolvada almohada, iba a brindar a los demás y que nunca creyó iba a necesitar, esto como consecuencia del temprano enaltecimiento que recibieron sus insípidas acciones.
Imagen de Peter H en Pixabay |
Nunca le faltó lo básico e indispensable para vivir, de hecho siempre tuvo un poco más. Pero su vida siempre estuvo hipotecada y pagando intereses a los errores imborrables del pasado que solo en su mente quedarán. Nunca asesinó a nadie, ni pecó contra otro ser humano que no fuese sí mismo.
Nunca contó sus verdaderos motivos, nunca se abrió a contar su historia, al menos para liberar su alma del terrible asedio que diariamente sufría al levantarse o al encontrar una grieta de silencio en el trajín diario.
Siempre sufrió, nunca lloró frente a los suyos, ni siquiera frente a ajenos. Guardó demasiadas cosas en su corazón, hasta que este explotó, en la pensión pública del pueblo en que nació. Jamás escuchó otra vez sus gritos internos de agonía, se oyó solo un pitido prologando que se perdió en la infinidad de su imaginación. Falleció, solitario, un "viejo" agonizante de vivir, con tan solo 45 años de edad.
COMENTARIOS FINALES:
Escribía y pensaba tantas cosas que realmente no sabía qué pensaba, a dónde me dirigía con cada línea que iba plasmando y cómo iba a lograr algo que pudiera gustarles. Sin embargo, continué mi carrera contrarreloj y pude desarrollar la obra que pudieron observar. Espero haya sido de su agrado, aunque dura de contenido. Pero ojalá nos haya hecho reflexionar un poco sobre "Lo valioso del hacer" - a propósitos de un artículo anterior- y la dirección hacia la que realmente queremos conducir nuestra vida.
Ojalá puedan escuchar estas piezas musicales en cuyos personajes iba pensando al escribir las líneas de este artículo:
💽 Billy El Pistolero - Melendi
💽 Caudillo - Ricardo Arjona
💽 María - Pablo Moro y Melendi
Excelente!
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